miércoles, 29 de octubre de 2008

Un triste aniversario

Hoy hace 66 años ocurrió el momento más desagradable en la historia de la Hermandad de las Aguas. Un día de tanto dolor fue descrito en su libro “Sevilla y Yo” por el autor de nuestro Cristo, Antonio Illanes de la siguiente manera:

“…y nos llegó la noche triste, la gran tragedia a la hermandad. Una infausta madrugada, 29 de octubre de 1942, hubo un fortuito incendio que consumió el altar, enseres y todas las imágenes de la cofradía en un santiamén. El Crucificado, San Juan y el Angel eran esculturas esculpidas por mí. En una visión negra, desoladora, ante los leños carbonizados y humeantes, lloramos todos conmovidos, fuertemente abrazados. Por venturoso azar, tenía yo, recién terminado, otro Crucificado, que vino a sustituir al desaparecido.

La Hermandad, a partir de este desastre languidece y le es forzoso peregrinar. Se traslada a la Iglesia de Santiago, y, finalmente, al templo de San Bartolomé, donde reside actualmente.”

Los tiempos han cambiado muchas cosas dentro de nuestra Hermandad. Aunque el tiempo se repite, a veces, cíclicamente. Ya no residimos en San Bartolomé. Ahora lo hacemos en nuestra capilla propia del Rosario en la calle Dos de Mayo. En una Hermandad que está cambiando como la nuestra quizá venga bien el dejar atrás el pasado, y fijarse en el presente como también decía Antonio Illanes en el mismo libro:


“Así es el silencio, el silencio de todas las notas que nos van grabando los recuerdos de nuestras vidas. Entre las Aguas, la Lanzada, las Penas de la Victoria. Solamente me he quedado con los murmullos que rompen el silencio de mi trabajo cuando es otro Cristo el que tengo entre mis manos. Como el que le hiciera a Ramón para pagar “como buenamente se pudiera”. ¡Aquel que se consumió como antorcha divina una onimosa madrugada! O este, que en el presente fulgura en la Semana Santa sevillana, como un lirio morado de pasión.”